Roberto y su madre Ángela: «de jaulas y amor»

“Roberto tiene 22 años, es muy movido, se autoestimula y se autolesiona. Se pega y se muerde las manos y hay que contenerlo.
Roberto lleva año y medio sin poder ir a ningún centro porque no hay plazas. Ya son cuatro años que estamos en lista de espera.
Siento que desde que nació vivimos en una lucha continua para defender sus derechos. Aunque en muchos aspectos es como un bebé en un cuerpo grande, el sistema lo considera un adulto improductivo y lo abandona. Al abandonarlo a él, me abandona a mí, porque todo su peso cae en mis espaldas y eso que tengo la suerte de tener una familia que arropa. Sé que conseguiré cosas porque soy muy peleona, pero al final sientes que todo lo que te den lo has estado mendigando.
Yo perdí a mi madre de jovencita y me tocó cuidar de mi familia. He cuidado toda mi vida. Conforme te vas haciendo mayor y ellos se van haciendo mayores, te das cuenta que el futuro se te viene encima. No quiero que a mis otros hijos les toque la responsabilidad de cuidar del hermano, porque esa ya fue mi historia. Al final es una carga, que llevas con amor, pero una carga emocional y física.
La gente me dice que me merezco el cielo. Yo por un hijo hago lo que haga falta. No me merezco el cielo por eso. El que se merece todo lo que necesita es Roberto.” Angela