Víctor me muestra con orgullo el pequeño estudio donde vive solo. Está feliz de saberse protagonista y de compartir conmigo parte de su historia.
Hace un tiempo estuvo ingresado en el hospital y al darle el alta le pusieron en contacto con la Fundación Alzheimer Catalunya que, por medio de Lourdes, ofrecen el apoyo necesario para que Víctor pueda seguir viviendo solo, en su propia casa, de forma independiente.
«En la vida no me ha faltado de nada» – repite Víctor saciado de 85 años de experiencias, un lenguaje elegante y una cortesía que hoy es inusual.
Con la guitarra que «ha hecho bailar a más de 100 personas» se acompaña para entonar una canción que lo emociona y emociona también a Lourdes que por primera vez lo escucha cantar.
A mí me conmueve la sensibilidad que conecta a estas dos personas, pertenecientes a entornos diversos, separadas por casi 50 años y reunidas por la casualidad.
Cuando me despido para irme, Víctor se apura a sacar su álbum de fotos. En casi todas las fotografías viste uniforme y me aclara que fue policía. No puedo evitar ubicar sus años de servicio en el contexto histórico que coincide con la dictadura de Franco en el Estado Español. En un segundo ese álbum me enfrenta a mis prejuicios sobre a quién sí o a quién no estaría dispuesta a acompañar.
Lourdes me dice «Yo escucho lo que me quieran compartir de su pasado, pero me centro en el presente y en el futuro de todas las personas a las que acompaño».
Una sesión de fotos que se convierte en una lección de humanidad.
