Kelly: de límites y libertad

Kelly quiere lograr que su arte destaque sus capacidades por encima de sus discapacidades. Su desafío es grande porque se dedica a la pintura estando ciega.

Kelly me cuenta que cuando era niña su mamá le vendaba los ojos y jugaban a dibujar las formas que le daba para tocar. Empezaba con cosas de contornos simples como una manzana, pero a los cuatro o cinco años ya podía dibujar el rostro de su madre.

“Aunque tenía dificultades para ver, mis padres nunca me lo dijeron. Soy un poco como los abejorros, que por la relación entre el peso corporal y las alas, no deberían volar, pero como no lo saben, ellos vuelan.” – me dice Kelly entre risas.

“Creo que mis padres podrían haberme ahorrado la frustración de dedicarme a algo en lo que la visión es esencial. Creo que hubiera sido una decisión bastante natural  intentar quitarme esto de la cabeza. Ahora convivo con la frustración porque no hay nada que frustre más a una persona ciega que le recuerden que lo es, y cada vez que pierdo un pincel, es un recordatorio que no veo y eso me frustra mucho… Sin embargo, a costa de decidir no evitarme la frustración optaron por no limitarme más de lo que yo misma ya estaba limitada, y así han apoyado lo que sí podía hacer con mi talento. Me dieron libertad”. Kelly

La discapacidad, no discapacita para todo, y aunque hablemos de pluridiscapacidad, siempre hay algo especial que la persona inspira y aporta a su entorno de forma única. Cuando no somos capaces de ver el valor más allá de las discapacidad, somos parte de sociedades frágiles porque la fuerza, la belleza, la sabiduría, están enraizadas en la magnánima diversidad de la vida.

El fin de cuidar es facilitar que cada persona pueda desarrollarse al máximo de sus posibilidades y talentos, gracias y a pesar de sus circunstancias personales. Apoyar y facilitar esta tarea debería ser la meta de todos.

El trabajo y la experiencia de Kelly es tan importante como la risa de quien sólo puede reír, o la supervivencia a la esperanza de vida pronosticada al niño a quien se le había dicho que “no era compatible con la vida”. Todos desafían los pronósticos y enfocan en lo que sí se puede, probando a quienes creen tener la verdad, que pueden estar equivocados. El éxito mayor no radica en el “producto final” que una persona elabora sino en la posibilidad de haber expandido sus propios límites y haber logrado hacer aquello que da felicidad y contribuye a enriquecer su experiencia de vida y la de su entorno.