Giuseppa y David: «Llenar el Vacío»

El apartamento donde vive Giuseppa es un trampantojo que se vuelve pequeño con solo mirarlo. Dibujos coloreados, recortes de revistas, muñecos, flores de tela y fotografías parecen llenar cada hueco en un desesperado intento de que a la soledad no le quede lugar donde colarse.

El vacío es la falta de afecto, la falta de escucha, la falta de conversación, la falta de caricias y de abrazos. Nuestras necesidades afectivas, la necesidad de sentirnos útiles, la necesidad de estímulos intelectuales y sensoriales no son suficientemente comprendidos en una sociedad que desdeña todo tipo de improductividad y entiende la vejez como algo improductivo.

Giuseppa cuenta con el apoyo de David, que trabaja para Alzheimer Catalunya Fundació desde hace 10 años.

Probablemente, como los hijos de Giuseppa viven en otro país y a ella le duele la ausencia y la distancia, me presenta a David como a un sobrino.

«Soy trabajador social y visito a Giuseppa cada dos semanas. Me aseguro de que tenga comida y medicamentos y superviso su estado general y el de la vivienda. Me aseguro de que se lleve a cabo el plan terapéutico y ayudo a Giuseppa con incidencias que pueda tener con la comunidad de vecinos o con su entorno.

En mi profesión trabajan mayoritariamente mujeres porque la norma cultural asume que es la mujer quien cuida. Yo entiendo que el hombre y la mujer tienen las mismas competencias para el cuidado. Elegí esto de forma vocacional y cuidar me aporta mucho más que un salario.

A nivel funcional Giuseppa tiene autonomía pero ya no quiere estar sola y el deterioro cognitivo hace que cada vez sea más urgente encontrar un centro residencial para ella. Sin embargo, la actual ley de dependencia no contempla a muchas personas como Giuseppa, que quedan excluidas de los centros residenciales porque al tener cierta autonomía física y momentos de lucidez parecería que pueden seguir siendo independientes. Hay muchas cosas que no se consideran y denotan una vulnerabilidad social, económica y cognitiva. Estas situaciones ponen a las personas en riesgo.

Cuando me despido de Giuseppa me voy preocupado. Giuseppa tiene apoyos porque hemos logrado que esté atendida en el centro de día, pero por la noche está sola y eso me genera cierta ansiedad. Como cuidadores tenemos que aprender a manejar esta ansiedad, porque los recursos son limitados y no siempre depende de nosotros cómo se usan esos recursos». –David

David me cuenta que durante el confinamiento pasó meses sin poder ver a Giuseppa y a otras personas que acompaña.

«Siempre supe que con nuestro trabajo cubrimos el vacío que la familia deja, pero al pasar tantas semanas sin verles y luego ponernos tan felices al volver a encontrarnos, descubrí de forma muy concreta lo mucho que cada una de estas personas significa para mí. Lo mucho que aprendo de ellas y lo mucho que me aportan». –David

Termino la sesión de fotos rápidamente porque Giuseppa tiene que ir al centro de día. David la acompaña y yo me sumo para compartir un rato más con ellos. En el camino Giuseppa elige un carro para la compra en una de las tiendas del barrio. Nos cuenta que hacía tiempo que lo necesitaba. En la calle su paso es ágil y su mirada alegre.

Cuánto llena recibir atención y tener un propósito.